Indudablemente, una de las diez mejores películas de ciencia ficción que Hollywood haya producido nunca, Ultimátum a la Tierra, ha gozado de una tremenda popularidad a cada nueva generación que la veía.
Parte de la razón de su enorme aceptación procede ciertamente de las novedosas ideas presentadas en la historia original. En vez de instilar en su relato de un viajero alienígena horror y amenaza, el autor Harry Bates eligió darle la vuelta al asunto y crear un nuevo tipo de visitante de otros mundos. En vez de lanzar a su alrededor los habituales rayos de la muerte y planear la conquista del mundo, el benévolo hombre del espacio Klaatu llega a la Tierra para promocionar únicamente la paz y la buena voluntad Sin embargo, sus rectas intenciones son acogidas con miedo, suspicacia, y finalmente ciega violencia.
El cautivante libro de Dan Brown, El Código Da Vinci,
se convirtió en un éxito de ventas desenfrenado y
ahora en un gran largometraje dirigido por Ron
Howard. Lo más intrigante, sin embargo, es el efecto
que la historia está teniendo en la cultura popular. Al
amalgamar de forma ingeniosa los hechos con ficción,
Brown creó una feroz controversia sobre cuántas de las
afirmaciones del libro están basadas en la realidad.
USA Today dijo que el libro consistía en «hechos
históricos con una trama contemporánea». Charles
Taylor, del popular sitio de Internet salon.com, dijo:
«Lo más asombroso de esta novela es que está basada
en hechos reales». Brown incluso comienza su libro
con el encabezado «HECHO», diciendo a sus lectores:
«Todas las descripciones de las obras de arte, arquitectura,
documentos y rituales secretos en esta novela son
precisos».
Es cierto que las afirmaciones del libro no son
menos que asombrosas: Jesús nunca dijo ser el Hijo de
Dios sino que fue el emperador Constantino quien
casi trescientos años después lo deificó para sus propios
fines nefarios; Jesús estaba casado con María Magdalena,
quien tuvo a su hijo; Jesús quería que María Magdalena
liderara su iglesia, pero fue expulsada por hombres
ávidos de poder y demonizada como prostituta; y
los cuatro Evangelios de la Biblia son en esencia inventos
diseñados para sellar este manejo masculino del
poder para el resto de la historia.
¿Los lectores se convencen? Una encuesta de Decima
Research, Inc. muestra que uno de cada tres canadienses
que han leído el libro ahora cree que son descendientes
de Jesús que caminan entre nosotros. Y
según el encuestador George Barna, el cincuenta y tres
por ciento de los estadounidenses que han leído el
libro dicen que les fue útil para su «entendimiento y
crecimiento espiritual personales». ¿Pero están las
impactantes alegaciones de El Código Da Vinci en realidad
sustentadas por la evidencia histórica? ¿O son tan
fantasiosas como los coloridos personajes de la novela?
Para obtener respuestas, mi colega Garry Poole y yo
viajamos a Francia para visitar el Museo del Louvre,
entre el río Sena y la Rue de Rivoli, en el corazón de
París. Este magnífico museo, alguna vez un lujoso
palacio renacentista de Louis XIV, alberga miles de
pinturas de Rembrandt, Rubens, Poussin y otros, así
como esculturas como la Victoria de Samotracia y la
Venus de Milo.
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